Periódico Digital PIEB • 12-07-2013

Los campesinos de la cuenca del río Tupiza trabajaron en un proceso de monitoreo de las aguas y los datos muestran que el recurso tiene niveles altos de acidez, según los indicadores que ellos mismos colectaron para llevarlos a una mesa de concertación a fin de debatir y encontrar soluciones al tema. La contaminación es el resultado de pasivos ambientales de antiguas operaciones mineras, la minería informal y la magnitud del proceso natural de arrastre de sedimentos.

Desde Agua Sustentable, institución que impulsó y acompañó el proceso de intervención, el sociólogo Arturo Revollo explicó que el monitoreo comenzó con un análisis de las características sensoriales del agua (olor, sabor, color), posteriormente los campesinos aprendieron a utilizar los instrumentos (papel pH, lapiceros electrónicos) para analizar el pH, la conductividad eléctrica, la turbidez y la salinidad.

Los técnicos de Agua Sustentable estudiaron la cuenca, identificaron puntos estratégicos para hacer monitoreos y entrenaron a los jueces de agua de cada comunidad para hacerlo. “El monitoreo es público social –dice Revollo–, la idea es que todas las comunidades en coordinación con la Unidad de Medio Ambiente de la alcaldía de Tupiza lo hagan. La alcaldía tiene un software (preparado por Agua Sustentable), todas las comunidades llevan su información y el técnico tiene que sistematizarla. Para la mesa de concertación, él tiene que llevar gráficos que muestren en el comportamiento durante medio año. Eso da a la mesa una información técnica, veraz, científica, elaborada por las mismas comunidades”.

Los resultados muestran que en la cuenca alta, donde está la bocamina, los datos de pH están en niveles por debajo de lo permisible (entre 2 y 3), en la cuenca baja los datos siguen entre 3 a 4 (menor a 7 significa aguas ácidas). La acidez del agua es un indicador que alerta de la presencia de metales pesados, lo que es preocupante cuando se mantiene todo el año, pero en este caso varía según las épocas secas de alcalinidad y húmedas de acidez.

Como un ejemplo se tiene a la comunidad Oro Ingenio, ubicada en la cabecera de la cuenca baja del río Tupiza, que presenta una coloración amarillenta de sus aguas. Los indicadores mostraron que las aguas no son aptas para el consumo humano y/o animal, ni para el riego porque se encuentran en 4,95 de pH, es prácticamente copajira. “Esta situación es preocupación de las autoridades locales, comunarios en general que han visto a lo largo de los años la pérdida de manzanales, ganado, fauna ictícola, y afecciones a la salud”, dice un resumen del estudio.

La cuenca del río Tupiza contiene a 35 comunidades, 15 de ellas aledañas al río y las otras dependientes del río. Las comunidades campesinas son productoras de maíz y ajo, importantes para Tupiza. Revollo explica que las investigaciones empezaron por necesidad puesto que las comunidades daban datos importantes, como desaparición de peces y frutales, pero se necesitaba saber la calidad del agua, la presencia de plomo en sangre, cuantificar las operaciones mineras en río Tupiza y otra información que, al final, se entregó al municipio de Tupiza, DIMA-Comibol y la mesa de concertación.

El estudio mostró que la contaminación y el deterioro de la cuenca se deben a los pasivos ambientales de antiguas operaciones mineras, la minería informal y la magnitud del proceso natural de arrastre de sedimentos.

Con los datos recogidos, los habitantes de la cuenca participaron de mesas de concertación para empoderarse con información de la cuenca como organizaciones sociales y comunidades. Revollo explicó: “La última mesa ha sido un éxito porque, a raíz de la información en el monitoreo…, se ha visto que el canal que DIMA-Comibol ha construido no es suficiente, y en agosto va a haber una inspección para ubicar un lugar para los diques de cola o la planta de tratamiento. Los municipios se han comprometido a programar en su POA la contraparte para el estudio de prefactibilidad de la planta de tratamiento, los municipios y las comunidades han entendido que ya es importante trabajar a ese nivel”.

El estudio también contempla el análisis de boro y plomo. Revollo explicó que los datos muestran que el plomo no está presente en el agua, el vector es el aire; la presencia del boro es otro indicador importante pues se piensa que es el responsable de la desaparición de frutales en la cuenca media.

La idea es que el proceso tanto de generar información como de debatir en una mesa de concertación sea sostenible después de que termine en proyecto. Para que eso suceda, los comunarios consiguieron dos ordenanzas que reconocen la mesa de concertación y le otorgan recursos para el monitoreo del agua, en adelante cualquier comunidad puede pedir que se cumpla esa ordenanza.

Arturo Revollo socializó los resultados de este estudio en el taller “Situación del extractivismo en Bolivia, una mirada desde las tierras bajas”, realizado del 2 al 4 de julio en Santa Cruz y que fue organizado por el CEDIB.

Fuente: Periódico Digital PIEB.  Campesinos hacen monitoreo ambiental de la cuenca Tupiza y reportan aguas ácidas.