Publicado por: Mónica Oblitas Zamora
Fecha: 29 de noviembre de 2013
FRUSTRACIÓN | AUNQUE SE INTENTÓ HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO, EL DINERO Y LA POLÍTICA FUERON MÁS FUERTES QUE LAS EVIDENCIAS CIENTÍFICAS.
Hubo un momento, en las tensas negociaciones que se discutían en la plenaria de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC), que los gritos de los presidentes de cada grupo llamando a la cordura a los delegados de los 193 países reunidos, hacían recordar a un colegio más que a una reunión de las Naciones Unidas: “hagan su tarea, hagan su tarea de una vez”, reclamaban quienes tenían a su cargo las diferentes mesas de trabajo en la Conferencia de las Partes 19 (COP), que se realizó en Varsovia, capital de Polonia, del 11 al 23 de noviembre de este año. Y mientras los encargados gritaban que los negociadores hagan sus tareas, estos con sus diferentes posiciones lograron que un encuentro que debía terminar un viernes en la tarde, se extendiera 27 horas más, hasta el sábado en la noche cuando ya todos estaban demasiado cansados para seguir argumentando que una coma debía ser introducida en el texto final, o que un millón de dólares era mejor que nada.
No sé si fue el clima de una ciudad en pleno invierno, con temperaturas bajo cero y con amanecidas a las 08 de la mañana y anochecidas a las 16.00, o la tónica misma del encuentro (esta vez los delegados tienen plazos que cumplir y deben llegar al 2015 con propuestas concretas sobre la mesa que tendrán que implementarse hasta el 2020), pero la reunión tuvo un tono algo lúgubre y tenso, sobre todo después de que comenzara con el emocionante discurso del representante de Filipinas, quien dijo que ayunaría durante todo el encuentro como forma de presionar a que se llegue a un acuerdo que beneficie a lo más vulnerables y en solidaridad con las víctimas del tifón que azotó a Filipinas hace unas semanas.
Sin embargo, aunque los primeros días muchos activistas dijeron que se sumarían a la medida, lo cierto es que pocos hicieron eco de ella, más ocupados en figurar en los medios como los fiscales del clima. Por ello, en una decisión nunca antes vista en reuniones de esta naturaleza, la mayoría de las Organizaciones no Gubernamentales, decidieron dejar el recinto de la COP19, el National Stadium, protestando por la falta de avances, aunque muchas regresaron al día siguiente.
No era para menos, más de 600 periodistas de todo el mundo cubríamos el evento y todos querían salir en primera plana, activistas, negociadores y expertos, aunque no todos se la merecieran.
NO, DESDE EL PRINCIPIO
Japón, Australia y Canadá entraron con patada voladora a la COP19 y no tuvieron ningún reparo diplomático en decir que no piensan reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en la medida en que fue acordada y se necesita.
Fue una sorpresa para todos que el casi siempre calmo Japón, tuviera una posición tan drástica. Canadienses y australianos tampoco ayudaron mucho. Sin embargo es cierto que las cartas se echaron sobre la mesa de una sola vez, por lo que nadie podía hacerse el sorprendido tras dos semanas de negociaciones. Lo que se acordó en Varsovia no fue fruto de discursos incendiarios, ni medidas extremas, sino de fríos cálculos que se fijaban hasta en una coma. Hay dinero, pero no el suficiente. Hay buenas intenciones, pero no las necesarias.
Queda una reunión más antes de la que será la “madre del cordero”, en este tema: París 2015, donde se tiene que salir con un acuerdo que salve al Planeta, o más correctamente dicho, a la humanidad que vive en él.
«Los representantes de los países ahora tienen que volver a casa para hacer un progreso significativo en sus planes de trabajo nacionales que puedan convertirse en la columna vertebral de un nuevo acuerdo sobre el clima», dice Jennifer Morgan, directora del programa de clima y energía en el Instituto de Recursos Mundiales. «Es importante que los países presenten sus ofertas tan pronto como sea posible y de una manera abierta y sistemática. Estos compromisos deben ser impulsados por la ciencia. Deben ser a la vez ambiciosos y equitativos».
Morgan toca una fibra muy sensible en todas estas reuniones, la disfunción que existe entre la evidencia científica y la realidad diplomática que posterga acuerdos más allá de toda lógica.
Recientemente el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), lanzó su último informe en el que demuestra científicamente que, al paso que vamos, superaremos con creces el aumento de los 2 grados centígrados ocasionando muerte en todo el mundo, pero sobre todo para aquellos más pobres.
Christiana Figueres, la secretaria ejecutiva de la UNFCCC, también tiene claro que hay una desconexión entre uno y otro. “La ciencia y la política están reñidas, y eso no puede durar más tiempo, es necesario que los negociadores se pongan en los zapatos del otro y dejen sus intereses monetarios, de lo contrario nos acercamos a una catástrofe”, asegura. «Estamos atrapados en un difícil contraste entre la urgencia de la ciencia y el ritmo de desarrollo de la política. Lo que no cambia es el hecho de que los países industrializados con una gran responsabilidad histórica deben tomar la iniciativa, pero todo el mundo debe contribuir, sin duda de una manera diferenciada, y, ciertamente, en niveles diferenciados e incluso con tiempos diferenciados.”
Alden Meyer, director de estrategia y política en la Unión de Científicos (UCS ), dice que el resultado de Varsovia es tibio. «Los negociadores siempre hacen el esfuerzo mínimo indispensable para avanzar en un acuerdo sobre el clima. Ellos no pudieron ponerse de acuerdo sobre cuál es el proceso y los criterios a utilizar en la evaluación de la suficiencia y la equidad de las acciones propuestas por los demás para mitigar el cambio climático”.
«Estados Unidos, Australia , Japón, Canadá , China , India , Brasil entre otros han empujado un plan para un nuevo acuerdo climático que permitirá a esos países elegir sus propios objetivos de reducción de emisiones», asegura Winnie Byanyima , director ejecutivo de Oxfam. » Muy pocos países pueden dejar de Varsovia con la cabeza alta. Hemos sido testigos de una carrera lenta en estas negociaciones y es la gente más pobre del mundo la que puede perder»
El mismo secretario general de las Naciones Unidas, el coreano Ban Ki Moon ha propuesto una reunión en septiembre del próximo año para afinar detalles rumbo a la COP20, que se realizará en Lima, y de donde debe emerger un esqueleto bien armado de propuestas para el 2015. «Pido a todos que vengan a traer anuncios y acciones audaces y nuevas. Las necesitamos para añadir acción real para mantenernos por debajo de los 2 grados (Celsius ) de aumento de la temperatura» .
Para no perder las posibilidades de mantener el aumento de la temperatura por debajo de los dos grados, los países industriales deben reducir sus emisiones de CO2 un 10 por ciento anual a partir de 2014, asegura Kevin Anderson, del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático en la Universidad de Manchester, Gran Bretaña. “Todavía podemos llegar a (frenar el aumento en) los dos grados, pero no de la forma en que vamos”, dijo Anderson. Su pregunta, cómo la de muchos, fue por qué los negociadores no asumen la realidad de que es demasiado tarde para cambios graduales?
LO QUE SE ACORDÓ
Se ha creado un nuevo mecanismo internacional para ayudar a los países vulnerables a hacer frente a las pérdidas y daños causados por el cambio climático. Además se ha avanzado mucho en el tema de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD+), al que Bolivia se niega por considerarlo un sistema de mercados. En el marco de la iniciativa Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD) se acordó proporcionar una compensación a los países que pierdan ingresos por no explotar sus selvas. REDD es un paquete que incluye verificación, supervisión y garantías para las comunidades locales. Los países deberán implementar estos tres elementos para acceder a la financiación, ya sea a través del Fondo Verde para el Clima o por medio de los mercados de carbono. Se acordó respetar los derechos territoriales de las comunidades locales para favorecer el cuidado de los bosques.
También se ha dado luz verde para una red de centros de investigación para tecnología sobre el clima y el cambio climático, y se ha avanzado con el tema del Fondo Verde, al que los países desarrollados deben contribuir con 100.000.000 millones de dólares hasta el 2020.
Hubo largas discusiones respecto al uso de la palabra «contribuciones» en lugar de «compromisos » con respecto a la limitación de las emisiones en la decisión de Varsovia, ya que países en desarrollo como la India que no quieren ser forzados a establecer compromisos.
El texto final emergido de Varsovia, pide a las naciones desarrolladas que presenten sus planes para reducir las emisiones en el primer trimestre de 2015 – para dar tiempo a analizarlas antes de la cumbre de París a finales de ese año. Esto está en línea con lo que los Estados Unidos y algunas de las grandes economías emergentes querían, pero contrarió de gran manera a los países en desarrollo que ya sufren los peores impactos de las sequías, inundaciones y tormentas.
Un obstáculo a las intenciones de reducción de los países de rápido desarrollo como China e India, ha sido la falta de claridad de la cantidad de ayuda financiera que las naciones más ricas proporcionarán en el período previo a 2020. Los países desarrollados se han comprometido a aumentar la financiación a 100 mil millones al año en 2020.
Pero en realidad, pocos fueron los gobiernos que fueron claros sobre cuánto dinero iban a entregar y cuándo. Los Estados en desarrollo, que querían establecer una meta de US $ 70 millones de dólares para 2016.
Los países en desarrollo se han quejado amargamente de que el incipiente Fondo Verde para el Clima de las Naciones Unidas, canal importante para el financiamiento climático, se mantiene más o menos vacío, aunque por lo menos se sabe que funcionará en Corea del Sur. Al respecto se acordó que el proceso inicial para la movilización de recursos para este fondo debería estar en marcha a finales de 2014, pero no se mencionaron cifras. En 2009, en Copenhague, los países ricos llegaron a un acuerdo que, en los hechos, equivalía a decirle a los más pobres: ‘Les daremos miles de millones de dólares para la adaptación, con un aumento gradual de hasta 100.000 millones de dólares para el año 2020. A cambio, nuestra mitigación consistirá en pequeñas reducciones de dióxido de carbono (CO2) en lugar de los grandes recortes que deberíamos realizar”.
Una parte de ese dinero para la adaptación de los países pobres fluyó durante los tres primeros años, pero en gran medida ya se terminó. Se suponía que en Varsovia la COP estaría dedicada a las finanzas para que aparezca el dinero prometido, pero eso no sucedió.
Alemania, Suiza y otros países europeos solo prometieron aportar 110 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima. Los países en desarrollo procuraban una garantía de que recibirían 70.000 millones de dólares para 2016, pero se enfrentaron al bloqueo de Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón, entre otros.
Lo que sí es cierto, es que en gran parte los tiempos se han puesto teniendo en cuenta el calendario electoral de Estados Unidos, ya que el gobierno de ese país anunció a principios de este año que establecería los objetivos post- 2020 en el primer trimestre de 2015, y esta decisión podría enredarse con las elecciones del congreso en el otoño de 2014. La idea es hacer que el tema del cambio climático sea lo menos incendiario posible para llegar a París y lograr participar en algún acuerdo.
La Unión Europea está más avanzada y ya ha dicho que presentará un recorte del 40 % en las emisiones, en relación a los niveles de 1990, para el año 2030. Las contribuciones se establecerán a nivel nacional. Estarán sujetas a la «evaluación » de los demás participantes aunque el formato exacto de esta evaluación aún no se ha establecido, pero implicará intentos de juzgar si las contribuciones son justas y equitativas.
Sin embargo las buenas intenciones de la UE quedaron mal paradas ante la actitud de Polonia, país anfitrión de la Cumbre de Cambio Climático, pero al mismo tiempo uno de los más reacios a reducir sus emisiones, tanto así que paralelamente a este encuentro, auspició la Cumbre Mundial del Carbón, que suministra el 90% de la energía de ese país.
LOS “REBELDES”
El factor más importante en estas conversaciones fue la fuerte influencia del «grupo de ideas afines de los países en desarrollo » con estilo propio ( LMDC ), del que forman parte Bolivia, Venezuela, Arabia Saudita, Malasia, China, Cuba , Nicaragua , Ecuador y Tailandia. La LMDC surgió justo antes de la conferencia de Doha del año pasado, y en respuesta a la reunión de Durban en 2011 en el que los gobiernos acordaron trabajar en un acuerdo posterior a 2020.
En Varsovia, los esfuerzos de la LMDC se centraron en tratar de volver a introducir en los textos fundamentales la separación de los países en » desarrollados» y «en desarrollo «, que se estableció por primera vez en 1992 y fue consagrado en el Protocolo de Kyoto de 1997. El tema de la responsabilidad común pero diferenciada se puso de nuevo en debate y es para los expertos, uno de los puntos clave de las siguientes discusiones, el establecer quién hace qué y por qué. China e India, pese a ser ya grandes potencias, exigen que se les siga dando el estatus de países en desarrollo.
Los países en desarrollo, con 80 por ciento de la población mundial, lograron sellar la instauración del instrumento de daños y pérdidas como un tercer pilar del tratado que debe adoptarse en 2015, junto con la mitigación (reducción de la contaminación que recalienta la atmósfera) y adaptación a los impactos del cambio climático.
El que el anfitrión del próximo año sea Perú, pone nerviosos a algunos países ya que una gran parte de los “rebeldes” del LMDC son sudamericanos. Perú, consciente de su papel como presidente de la COP del próximo año, no es formalmente parte del grupo de ideas afines, pero con tantos de sus vecinos cercanos y aliados políticos, que forman el grupo, debe arrojar un mensaje claro en la próxima ronda de conversaciones.
BOLIVIA EN LA COP
Según la delegación boliviana, el mecanismo que propone Bolivia en reemplazo de REDD, denominada “Enfoque Conjunto de Mitigación y Adaptación en el marco del Manejo Integral y Sustentable de los Bosques”, ha tenido avances. La propuesta boliviana sobre bosques, promueve un abordaje integral de las múltiples funciones de los bosques con acciones conjuntas de mitigación y adaptación de tal modo que los beneficios de la aplicación de este enfoque sean igualmente integrales, sin embargo tampoco se sabe con detalle cómo será financiada.
El discurso tanto del jefe de la delegación, René Orellana, como del ministro de Medio Ambiente y Agua, José Zamora, fueron duros y hostigaron los mercados de carbono. Zamora llegó a increpar a los países desarrollados para “que dejen de espiar e inviertan en la lucha contra el cambio climático”. Varias organizaciones sociales como la CSUTCB, la CIDOB y las Bartolinas, viajaron hasta Varsovia para “fiscalizar” las negociaciones.
LA PRE-COP
Mientras tanto, en tanto que grandes emisores, como China e India, se negaban a asumir objetivos de reducción específicos, y acordaron hacer “aportes”, y la definición de las cantidades y de los plazos de reducción concretos se aplazó para una reunión que se convocó especialmente para el 23 de septiembre de 2014 en Nueva York, Venezuela organiza una Pre-COP, que se hará en Caracas con los llamados movimientos sociales.
Dice que quiere establecer una agenda, de la que por supuesto participará Bolivia, para que se imponga en Perú, pero ya muchos han dicho que no es más que una jugada política, dado que también Venezuela pugnaba por ser anfitrión de la próxima COP, y porque no quiere perder un protagonismo bastante deslucido en la que pasó en Varsovia. Hasta ahora más allá del papel, los derechos de la Madre Tierra pasan por la billetera, y el reloj sigue corriendo.
Fuente: Los Tiempos. COP19, ¿en qué queda el cambio climático?