Un informe publicado en las páginas de este matutino sobre la contaminación que sufre el río Rocha ha vuelto a recordar que la región metropolitana de Cochabamba no cuenta con un buen sistema de tratamiento de aguas servidas. Sólo dos de los seis municipios que abarca el área urbana cuentan con plantas de tratamiento para tal propósito, pero estas son tan precarias y obsoletas que difícilmente pueden ser consideradas una excepción en medio de tan calamitosa situación.
Muy relacionada con eso está la insuficiencia, cuando no inexistencia, de redes de alcantarillado. No habiendo redes de recolección de aguas servidas, resulta secundaria la inexistencia de buenos sistemas para tratarlas.
Como los hechos lo confirman, tan descomunal deficiencia sigue siendo un tema muy secundario en la agenda pública regional.
De nada sirve que a diario se conozcan los efectos negativos de vivir en una urbe que carece de algo tan elemental como una red de alcantarillado a medida de sus requerimientos ni conmueve ya saber que, como consecuencia de lo anterior, gran parte del saldo que deja la satisfacción de las necesidades de la gente retorna al organismo de sus habitantes a través del aire, el agua y los alimentos abonados con las materias orgánicas provenientes de la micción y defecación de cientos de miles de personas.
Desgraciadamente, tarda mucho el proceso que va de las advertencias sobre los peligros de esta situación, a las acciones que vayan más allá de las inspecciones, estudios y declaraciones de
Fuente: Los Tiempos, “Las Aguas Servidas de Cada día”.