Antioquia, Viernes, 15 de febrero de 2013 a las 11:55

Así lo confirmó la Expedición Estuarina golfo de Urabá, EEGU, liderada por el proyecto Expedición Antioquia 2013.

UDEA/DICYT El golfo de Urabá es el más extenso del Caribe colombiano y uno de los más amenazados ambientalmente. Sus manglares son convertidos en potreros, cultivos y zonas suburbanas. En el municipio de Turbo el trazado urbano avanzó tanto que se tragó el manglar en dos décadas.

Y es que la degradación de los manglares corre por cuenta de la extracción indiscriminada de madera, leña o carbón. En este caso, 10 árboles son necesarios para producir un bulto de carbón que será vendido por 1.500 pesos. Así, una hectárea, 210 árboles se transformarían en 21 bultos de carbón, vendidos por 31.000 pesos.

La mano del hombre deteriora ecosistemas únicos y frágiles como los extensos manglares del golfo, a un ritmo alarmannte, así lo reveló el proyecto Expedición Estuarina golfo de Urabá, EEGU, un trabajo investigativo que hace parte de la Expedición Antioquia 2013.

“Mientras los manglares disminuyen unos metros cada año por cuenta de la erosión costera, el hombre puede hacer cambios en hectáreas o en cientos de hectáreas en solo meses”, explicó Juan Felipe Blanco, profesor del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y dedicado al estudio de Ecología de Ríos y Estuarios.

La pesca del golfo entero se encuentra amenazada, porque las larvas y los juveniles de muchas especies de peces de interés comercial, se desarrollan en éstas áreas.

Adicionalmente, se predice que el nivel del mar aumentará varios centímetros durante el próximo siglo, sumergiendo a los manglares.

De seguir así, los colombianos perderíamos ecosistemas únicos porque el golfo de Urabá, que se extiende por los departamentos de Antioquia y Chocó, alberga el gran delta del río Atrato, que aporta toda el agua dulce que viene desde el Chocó profundo, y que al mezclarse con las aguas marinas, forma un gran estuario, donde extensas áreas de manglares se desarrollan como altos bosques costeros.

“Los manglares de Urabá están dentro de la propuesta de protección ambiental de Antioquia”, expresó el director del Plan Integral para Urabá de la Gobernación de Antioquia, Federico Restrepo Posada, para quién las mayores amenazas sobre las áreas protegidas en el Antioquia son la tala indiscriminada de bosques y la minería ilegal. Para Restrepo, hace falta una política nacional en la que se adelanten propuestas de conservación como se ha hecho en Brasil o Costa Rica, renunciando a la explotación y uso indiscriminado del suelo, protegiendo estos recursos con mecanismos como bonos de biodiversidad u otros.

Su valor

El área natural conocida como Ecorregión Darién, recibe uno de los mayores aportes de agua dulce del Caribe por cuenta del caudal del Río Atrato, 2740 m3/s. En su desembocadura, entre el gran delta, hay un extenso bosque de manglar que es único en el mundo por su gran tamaño y por la cantidad de agua dulce que lo baña.

Esta característica hace que pocas especies de fauna y flora marina sean capaces de vivir allí, algunas especies de caracoles, mejillones, gusanos marinos, cangrejos, algas y otros organismos microscópicos como las amebas foraminíferas están presentes todo el año en el golfo. Esto implica que los ecosistemas dependan de importantes relaciones ecológicas entre pocas especies, lo que las hace altamente frágiles ante la amenaza de la extinción por causas naturales y humanas.

Los manglares son los sistemas costeros que más carbono capturan. Además prestan servicios de protección costera frente a los mares de leva y a desastres naturales como huracanes o tsunamis, su importancia quedó demostrada con los efectos del tsunami del sureste asiático y del huracán Katrina en Estados Unidos.

El golfo de Urabá es un gran estuario, es decir, “un cuerpo de agua costero, semicerrado, dentro del cual, el agua marina está mediblemente diluida con agua dulce” (Pritchard, 1967). Según el profesor Blanco, los ecosistemas más extensos y emblemáticos del golfo son los manglares, bosques ubicados en la frontera entre la tierra firme y el mar, que se caracterizan por ser de zonas tropicales, limitados por aguas cálidas, e inundados por aguas saladas o salobres.

Y aunque en la cartografía de los tiempos del Descubrimiento y la Conquista, el golfo de Urabá apareció referenciado como golfo dulce en diferentes mapas y cartas, hoy poco se conoce sobre los ecosistemas del golfo.

La Expedición Estuarina se motivó por el poco conocimiento geográfico, pocas cartas y mapas que representaran el territorio; biológico, pocos inventarios, listados de especies y expediciones científicas; ecológico, poca integración en el conocimiento de las distintas disciplinas; y sociológico, poca relación entre el componente humano y los aspectos naturales.

Estas necesidades llevaron a que la Expedición Estuarina, golfo de Urabá, EEGU, tomara más de 600 fotos aéreas para reconocer el territorio y construir un mapa que permitió actualizar la dimensión del litoral, pasando de 543 kilómetros (Invemar, 2007) a 609 kilómetros (EEGU, 2010). Este hallazgo fue posible gracias a la tecnología digital, que permitió medir el territorio con una regla más pequeña y así establecer que el golfo era 60 kilómetros más extenso de lo que se suponía.

Esta expedición contó con la colaboración de investigadores de diferentes disciplinas y la participación de la Gobernación de Antioquia, la Universidad de Antioquia, Eafit y la Universidad Nacional. Además tuvo la participación logística de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Urabá, Corpourabá, los consejos comunitarios de Bocas del Atrató, Acandí y Chocó Norte, la Dirección General Marítima, el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas de la Armada, entre otras instituciones.

Aunque se planteó un proyecto de desarrollo industrial y portuario en la zona del manglar, con el argumento de que era la zona más propicia por su profundidad, Federico Restrepo Posada fue claro, “este lugar es el más perjudicial desde el punto de vista ambiental, el puerto tendrá que estar en zonas que ya fueron intervenidas y arrasadas, zonas de grandes extensiones ganaderas subutilizadas”, aseguró.

Mientras tanto, la conservación del manglar depende de la conciencia social y política, y de las decisiones que se tomen sobre el desarrollo de la región. El profesor Juan Felipe Blanco concluye en que mientras más conocimiento haya, más se podrá avanzar en su conservación, porque “es posible y necesario un futuro con manglares”.

Fuente: El golfo de Urabá pierde sus manglares.